domingo, 24 de junio de 2012

Parte 2 de 3 de la reseña de Daniel Cortes A-X Cross Hidalgo

Reseña de la A XCross Hidalgo 2012 Segunda parte Después de la introducción del día anterior, la brutalidad de la segunda etapa nos toca la puerta de las tiendas de campaña a las 5:30 am. Desayuno, recoger las tiendas de campaña y alistarse. La lluvia no había cedido salvo por minutos desde anoche; por la mañana nos deja alistarnos para posteriormente seguir con su peregrinar a esta tierra. Los organizadores nos indican que todo está listo y que aquellos competidores que no lleguen a tiempo serán penalizados con 5 minutos. Partimos del lugar de acampado Juan Pablo y yo, vamos rodando a paso lento mientras dejamos que la lluvia nos cuente lo que tiene planeado para este día. Para cuando llegamos al arco de salida no hay nadie, el corazón se sobresalta y nos indican que seremos penalizados, la competencia había arrancado sin nosotros. Nos indican que debemos rodar 800 metros y tomar el camino de la izquierda, seguimos por 2 km y no vemos ningún señalamiento y es ahí cuando nos damos cuenta que estamos perdidos, regresamos y nos indican por donde debíamos tomar el camino correcto, este nunca estuvo indicado. Tiempo total perdido; alrededor de 20 minutos. Con el coraje en lo puños y en las piernas tratamos de tranquilizarnos y nos decimos, no pasa nada, los alcanzaremos. Empezamos a subir y Juan Pablo se adelanta, pasamos a los primeros y a subir. La lluvia y la tierra habían entrado en comunión toda la noche y este día eran la combinación perfecta para no dejarnos pasar. Un lodo sumamente espeso, casi útil como material de construcción, cantidades brutales de yesca se entrelazan y favorecen la agregación del lodo sobre nuestras bicicletas, imposible seguir rodando, cuando me doy cuenta de ello estoy a punto de enfurecer y al levantar la vista veo a todo en la misma situación y suelto a reír, grandes risas me reconfortan y me hacen incluso disfrutar la situación. Hacer rodar la bicicleta por ese terreno mientras uno camina a su lado es imposible así que la bici es ahora el corredor y uno quien ha de moverse; subir con ella a cuestas es ahora el trabajo. Trato de sacar ventaja de esta situación y rebaso a Juan Pablo que intenta limpiar su linda Kona. Corro cuando se puede y sigo adelante, comentando con cada corredor lo que para mí era una situación chusca. La tierra se compacta y ¡a rodar! Subidas y bajadas pero la lluvia es constante. Sigo avanzado y me doy cuenta que la cadena empieza a saltar en cuando uso el plato chico así que tengo que usar el plato grande para ascender, por suerte las subidas no son muy exigentes……al menos por un tiempo, más tarde tengo que echar mano del plato chico pues de otra manera es imposible. Sigo rodando y el problema no se agrava, llega el punto donde justo antes de llegar al Chico, la pata del desviador se truena y yo varado en medio del bosque; todos los corredores que había alcanzado me pasan y 10 minutos después pasa Juan Pablo, platicamos un poco y me dice que mandara a alguien para recogerme. Comienzo a caminar cuando la camioneta del equipo de filmación me encuentra y me ofrecen llevarme hasta la civilización, sumamente triste acepto. Cuando ya no se puede competir, lo que quieres al menos es poder rodar, disfrutar del esfuerzo, los paisajes, la aventura, la libertad y para mí esto se había coartado. Sin embargo, tenía una pata de repuesto…en la camioneta puma. Al llegar al chico me informar que tenía unos segundos que la camioneta se acababa de ir. Mi desesperación aumentaba y cada vez creía que el no poder rodar cada vez era más una realidad. Partimos hacia donde ellos se encontraban; sin embargo yo me perdería el ascenso a los frailes, pero cuando todo está perdido el recuperar algo te devuelve un poco de alegría. Alcanzamos a la camioneta puma y entre el mecánico de Teenek (Go.bike), papá Gama y yo arreglamos la bicicleta. Me cargan de ánimos y vuelvo a partir. Camino de asfalto para finalmente entrar a la terracería y darme cuenta después de un rato que la bicicleta sigue dando problemas, una de las carretillas está completamente gastada y eso impide que la cadena permanezca en su lugar por lo que la cadena salta y con el peligro de que el desviador entre entré los rayos y ahora sí, adiós al resto de la competencia. No teniendo suficientes problemas la tensión del cambio delantero era muy poca y no lograba subir la cadena al plato grande, así que no debía pedalear en el plato chico y no podía pedalear en el plato grande. Todo se convertía en un estira y afloje entre el resto de los corredores y yo. Yo adelantándome cuando podía rodar, ellos alcanzándome cuando tenía que arreglar la cadena y/o hacer algún cambio manual. Al final todo se redujo a disfrutar el paisaje de majestuosas montañas, verdes valles, algunas zonas semiáridas acompañadas de cactáceas, una cementera en medio de la soledad, tiempo para pensar. Bajo con cuidado un camino ancho y me rebasa un competidor; me paro a arreglar mi cadena y cuando volteo en una recta interminable, él ya no está. ¡Esto es el colmo! Si el problema es que se destense la cadena pues entonces nunca dejaré de pedalear y eso es lo que hago, le doy tan duro como puedo incluso en bajadas y lo alcanzo a 6 km antes de llegar, en una última vuelta la cadena se zafa y la historia se repite. Me apresuro y trato de alcanzarlo, pedaleo con mis últimas trazas de orgullo y logro entrar antes que él. Cuando yo llego, Juan Pablo y Toño tienen alrededor de media hora de haber hecho lo propio; un buen baño es lo que ahora les ocupa. EL equipo de apoyo puma se encuentra ahora armando las tiendas de campaña. Yola me recibe con un buen pedazo de pizza el cual recibo gustoso. El ligero chipi chipi impide el aletargamiento que sobreviene al esfuerzo. Hora del recuento de los daños: un desviador delantero que no cambia pero que solo tiene que ajustarse, una bici que rechina cada que pedaleo y no sé porque pero que al parecer no me dará problemas para continuar. Momento de ir al desviador trasero y la falta de una carretilla funcional hicieron que la cadena rodara fuera de dicha carretilla y gastara la caja del desviador; aunque pude llegar a destino el seguir rodando así podría empeorar las cosas y me doy cuenta que si no consigo una antes de partir mañana temprano no competiré. El darme cuenta de esta realidad me pone cabizbajo. El fin básico de estar aquí es rodar y ahora no lo podía hacer, competencia llena de contratiempos mecánicos y caigo en la desilusión; toda la preparación perdida en infortunios. Trato de levantar lo que queda de mi ánimo y disfrutar de la comida que Teenek nos tiene preparada en compañía de Yola y el resto del equipo Puma. Dan las 8 de la y los organizadores indican que aún existen 16 corredores en su camino hacia el Tephé; lo que me sorprende aún más es saber que tienen estimada su llegada en 2 horas más. Los minutos siguen avanzando y los corredores aparecen de poco en poco, para estas horas ya con linternas para reconocer el camino. A partir de este momento el ambiente de fiesta se vive cada de un corredor llega, se siente en el ambiente una sensación de supervivencia y por ello cada que un corredor llega, todos aplauden. Este día la gran travesía de los 150 km había comenzado a las 7:45; para este momento al día solo le quedaba una hora de existencia y los últimos participantes aparecían corriendo…sobre sus pies; desperfectos mecánicos no los habían detenido en su afán de llegar por sus propios medios a la meta. Mientras tanto; 10 de la noche y yo husmeo como carroñero todos los campamentos en busca de un repuesto para mi bici, entre altibajos anímicos por un posible “sí”, un posible “no”nos, y varios “ tal vez “, entre piezas que son y no son encuentro una shimano para mi desviador Sram. Los cánones dicen que no son compatibles pero yo les digo a ellos y a sus dogmas que sus paradigmas fueron para romperse. Momento de prueba y la bici funciona perfectamente, aún conserva el rechinido que creo es del eje de centro pero ahí no puedo hacer nada. Lo que alegra mi noche más que las estrellas que no se ven, más que la rica cena que estábamos por comer, me llena el saber que al siguiente día podré rodar; porque al fin y al cabo, a eso vinimos ¿Qué no?

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