lunes, 11 de marzo de 2013

He tenido la satisfacción de escribirles mi primer reseña. Gracias



Reseña 2nda. fecha Nacional de MTB en Atlixco, Puebla 2013. (Gabriela Berenice)



Después de la Popobike han sido dos semanas intensas en cuanto al trabajo mi tesis, al fin concluido y bien merecido participar en el Nacional. Los ánimos que el director Juan Carlos me imprimió el sábado pasado en Cerro de la Estrella: de asistir por primera vez a una competencia Nacional, son para mí palabras mayores, porque van los mejores del país. Él tuvo razón al decirme que fuera con la mentalidad de diversión y de conocer el ambiente. El entrenamiento con Ricardo me dio más seguridad en cuanto a la técnica en los descensos, sin olvidar a Alejandro que con su alta experiencia en downhill me iba esperando en los descensos, pendiente que todo estuviera bajo control.



El gran día 10 de marzo, Nacional de MTB en Atlixco, Puebla. Fue madrugar a las 5 am y que mi papá me llevara con Mauricio a las 6 am. Pasamos por Arturo y por el compañero del jersey de Wolverine, perdón no recuerdo el nombre. El camino hacia Atlixco fue caluroso y la carretera libre parecía no tener fin. Al llegar al evento nuestros primeros pumas a unos escasos minutos de salir: Daniel Partida, Felipe y demás. También salieron todos los de la categorías de mayor nivel. Nos causo desazón a los que acabábamos de llegar ante al azoro de que las inscripciones estaban cerradas. Afortunadamente contábamos con una puma Alicia que no perdió la fe y fuimos a insistir para que nos permitieran la participación.



Previo a la salida comentaba con las chicas de mi categoría acerca de su experiencia en la pista, su lugar de origen y nos deseamos la mejor de las suertes. En el arranque se despegó la más joven de todas una niña de 10 años, que dejé de verle el polvo en minutos. Y comenzó al ascenso, después un pequeño descenso a orillas del riachuelo y tuve una pequeña bajada de Mayahuel (mi bici). La vereda tenía contrastes de tierra suelta, rocas y partes lodosas. Al llegar al acueducto encontré a otro aguerrido puma: Arturo,  que me dio oportunidad de pasar para continuar el tortuoso ascenso de camino rocoso. El aliento me faltaba pero las ganas de continuar fueron más fuertes, seguí mi ascenso caminando y con Mayahuel a mi lado, empujándola. En la cima, el viento me reconfortaba y refrescaba, había una planicie la cual me hizo prepararme para lo que venía: el descenso que realizan los de downhill. Justo como dijo Felipe “cuando veas el OVNI comienza la bajada”.  Y si, la bajada fue la que di de mi bici, fue todo muy técnico y preferí caminar. Al llegar a la meta fue cerrar con todo, una chica de Colima (el segundo lugar) fue la que me pregunto por su compañera y me dijo que fui la 5a. de nuestra categoría.



Después me reuní con el equipo, para comentar nuestras experiencias, poco a poco se reunían más pumas que concluían tan valerosa carrera. Vimos como Daniel Partida subió al podium con su bien merecido y peleado 2o. puesto. Finalmente, al término del evento pasamos Víctor con su bien ganado 4o. lugar y yo, con mi puesto que me sabe a gloria.



Gracias equipo PUMA MTB y a todas sus valiosas familias por todo el apoyo, por la hermandad y por nuestra Alma Mater. Felicidades a todos, somos campeones, somos unidad en la diversidad.

martes, 5 de marzo de 2013

NUEVAMENTE DANY SE INSPIRA EN MENOS DE UNA SEMANA....PURO MTB!



RESEÑA 24 HORAS TEENEK
Esta es la cuarta edición de esta carrera, para mí la primera. El sitio que ahora dará acogida a la carrera es Real del Monte en una pista completamente de XC en su mayoría de single track con ascenso duros y explosivos, descensos emocionantes y técnicos, 400 metros de desnivel por vuelta, senderos serpenteantes que obligan a mover la cadera más que en cualquier baile, obstáculos rocosos  que acompañan el movimiento anterior con el de manos para así completar el cuadro danzarín. En toda la pista pese a lo dura de ella, solo hay un punto donde hay que poner pie a tierra; sin embargo las características de la competencia te obligan a descender todo el tramo en su conjunto para ser la tortuga que ha de ganarle a la liebre no esforzarse demasiado puerilmente, inútilmente. Por eso la pista contrasta de manera diametralmente opuesta al formato de la carrera, 120 corredores que han de rodar por 24 horas continuas sin importar lo que se filtre entre ellas. En lo personal nunca había rodado más de 9 horas continuas, Juan Pablo por su parte sabía a lo que nos enfrentaríamos, su experiencia nos la había compartido, sus historias eran historias en su mayoría de dolor, estoicismo, tenacidad y más dolor. Toda la semana anterior al evento un miedo ante lo desconocido me invadió, sólo un día antes aquel sentimiento paralizante dio paso a la emoción y excitación de algo nuevo y por supuesto aún desconocido, diferentes formas de ver el mismo escenario.
Día de la competencia y los cambios climatológicos no se hacen esperar, las carreras organizadas por Teenek suelen caracterizarse por ser sumamente demandantes, diluvios bíblicos, fríos glaciares y en general climas apocalípticos son los que suelen ser parte de estas competencias. Es así como llegamos a la zona donde la competencia pero muchos ya han llegado antes, entre ellos la nieve y sus inseparables acompañantes, el frío y el viento. Como podemos nos alistamos y nos preparamos para rodar, primer vuelta de reconocimiento y nos tomamos todo tranquilo, imperante es conocer cada detalle de la pista como se conocen los ancianos tras 60 años de casados, durante la noche esto puede salvarte de algunos tropiezos; sin embargo, aún hay 9 horas de luz y  alrededor de 15 vueltas de repaso justo como se repasan las lecturas antes del examen final.
El camino que ahora se mide en tiempo y no en distancia me dicta no ser intempestivo y pedaleo serenamente tratando siquiera de hacer ruido entre el bosque. Poco a poco las densidades de cada uno nos hacen tomar nuestro orden. Fernando mejor conocido como “murmullos” lidera por cuarta ocasión la competencia seguido férreamente por un joven del equipo Teenek. Juan Pablo y Toño pedalean juntos y siguen tratando de cubrir terreno conjuntamente, no es sino hasta que Toño comienza un tortuoso pesar de problemas mecánicos, el rompimiento de la cadena. 
El apoyo mecánico llega a tiempo por parte de su papá y lo ponen nuevamente en marcha. Isaac avanza a vuelta de templanza, la urgencia aquí es sinónimo de fracaso. En mi primer vuelta y empiezo a nutrirme minúsculamente, y siento ya una gran comilona en mi vientre, para la segunda vuelta un plátano es el banquete y mi estómago decide guardarlo como archivo muerto y con ellos los malestares digestivos en forma de cólicos, distensión abdominal, dispepsia y no entiendo el por qué, mi aparato digestivo no es un novato y sabe cómo nutrirnos pero hoy hay algo diferente; sin embargo, trato de no prestar mucha atención al respecto y sigo pedaleando. Toño vuelve a tener problemas con su cadena, la buena suerte le sonríe pero es una sonrisa chimuela pues la cadena es de 10 pasos y la de él es de 9, la usa con el riesgo que ello implica y lo inevitable vuelve a pasar pues la cadena se rompe y con ello las expectativas de toda la preparación que había hecho, tristemente la bicicleta de Toño no puede rodar más y se ve forzado a abandonar con apenas 6 horas de competencia. Ineludiblemente el tiempo avanza pero yo me detengo a comer, quiero darme un gran banquete y no consigo comer con plenitud, logro darme cuenta de que hay algo mal pero no entiendo del todo su nombre y forma. Como sea, sigo rodando bajo un sol de alta montaña que solo quema pero no calienta, un viento fuerte y gélido se empeña en tirar las casas de campaña del equipo así como los ánimos de todos. Para las 6 de la tarde el sol comienza a claudicar antes que nosotros, me aventuro a dar una última vuelta antes de montar las lámparas, avanzo presuroso para evitar el manto nocturno caiga sobre mí sin tener con que quitármelo y en un sendero la parte inferior de la bici choca con una piedra, el resultado es una cadena rota, vengo preparado y la reparo, justo cuando voy a cerrar los eslabones me doy cuenta que he perdido el troncha cadenas y me siento más desamparado que un niño de 5 años en la plancha del zócalo sin la mano segura de su madre, después de mucho tiempo lo encuentro y junto a este mi cordura. Cierro el eslabón y me doy cuenta que este desviador tiene un sujetador especial entre ambas carretillas por lo que noto puse mal la cadena, quitarla y montarla nuevamente es menester; al final pierdo como media hora pero logro llegar con los últimos rayos que ha dejado un sol que  ya se ha ido. Montamos las luces y con ello me alumbro un camino que nunca había visto, rodar de noche en el bosque, con el calor de 9 horas rodadas el frío se disipa y lo que creí sería un experiencia de mera sobre vivencia se convierte en algo realmente emocionante y divertido, algo de vida salvaje nocturna se deja escuchar y huye de la luz, del ruido y de nuestro andar, descubrir el bosque con un poco de luz es como mirar lo que no debe de ser visto a través de un picaporte, es ese pequeño esbozo de realidad lo que nos cautiva mientras nos imaginamos lo demás. Son las 10:30 de la noche y Juan Pablo toma su primer descanso, yo me preparo a cenar dispuesto a comer todo lo que se pueda, mi estómago con horario de oficina no lo permite y como miserablemente, decido descansar una hora, Yola y yo nos retiramos a dormir, esto nunca pasa, el frío es tal que no podemos conciliar el sueño, cual película de terror el viento pega fuertemente en la tienda de campaña, no solo imposibilitándonos el dormir sino enfriando mis ganas de querer salir a rodar. Finalmente mi peor enemigo, lo que parecía empezar a responder al nombre de gastroenteritis se convertiría en un aliado, pues este me obligaría a salir al baño. Siendo las 4 de la mañana reanudo mi marcha, la radio local en voz de Spider anuncia la temperatura que es de -7°C, y sin que él lo diga mi cuerpo sabe lo que ha de sufrir,  si a algo soy vulnerable es al frío, todos tenemos una debilidad natural lo inverso a nuestras fortalezas y aptitudes; en este caso mi debilidad que reside en un sustrato fisiológico y va más allá de mi propia tesón, para mi es el frío y un cuerpo que no está hecho para ello, lo sé de siempre en cuanto avanzo pues ya están congeladas, no logro sentir el manubrio y mis dedos empiezan a doler, tengo que hacer los cambios con la mano completa y me guío por el sonido del desviador pues mis manos han perdido toda capacidad de sentir, la sensación de goce se ha congelado. Necesito una vuelta para poder calentar y recobrar mis manos que ya no reconocía como mías. El gatorade tiene que ser calentado a punto de Ponche para poder tomarlo, de otro modo se congela, al finalizar cada vuelta la ánfora tiene que ser cambiada pues el restante se congela y es imposible tomarlo. El viento nos ha hecho tregua y eso permite que la temperatura no baje más, y agradezco a los dioses del bosque por ello, no sé si hubiera podido aguantarlo. Al irme a acostar voy colocado en cuarto lugar, una vuelta me desplazaba al quinto sitio y ahora pedaleo esperando rescatar un decoroso cuarto lugar. A las 6:15 comienzan a aparecer los primeros rayos, una curiosa sensación recorre mi cuerpo, asociada a esos primeros hilos de luz que me hacen cosquillas en el rostro, despedir al sol mientras uno rueda, que él aparezca nuevamente y te encuentre haciendo lo mismo no tiene precio. Llego a la tienda Puma harto cansado, me informan que vamos empatados en vueltas por el cuarto lugar pero el otro me lleva 8 minutos, no tengo ya fuerzas y no pienso pedalear más,  pero la porra puma no solo nos abastece de bebidas, comida y soporte mecánico sino de fuerzas, ánimos, apoyo y con ello pedaleo convalecientemente, penosamente. Adelante lo encuentro  en una subida demandante caminando  milimétricamente, sé que con todo mi pesar yo puedo subir aún montado sobre la bici y así lo hago, y eso me hace dar cuenta de que aun puedo hacerlo y me siento fuerte. Al final termino dando 3 vueltas más aunque cansado con buen ánimo.
La carrera ha concluido, Toño lamentablemente no pudo concluir la competencia, lo vi fuerte desde un inicio y me quedaré con la duda de que hubiera pasado de no ser por el desperfecto mecánico, es una lástima, no lo sabremos. Isaac aún con frescura en las piernas nos era imposible ya darle alcance en los últimos minutos de vida de estas 24 horas, bien hecho, aún puede ser mejor. Juan Pablo fue el que puso orgullosamente al equipo en alto al llevarse el tercer lugar, siempre vi en su mirada que esta vez venia por un podio. Pese a todo ello, los más fuertes fueron el apoyo, que soportaron estoicamente nuestras necesidades y caprichos, la garra puma no solo se mide en watts/hora, sino en la entrega por el equipo que ellos nos dieron 24 horas continuas, en especial a mi Yola que me apoyo incondicionalmente, en cada vuelta tu mirada me daba fuerza, ¿Cómo no sentirlo? ¿Cómo no agradecerlo?
Finalmente todo ha terminado, casi 200 km de cross country, alrededor de 10 mil metros de desnivel y un cuerpo destruido son el precio que hay que pagar por esta experiencia. ¿Qué gente es esta que paga para ser maltratado una y otra vez? ¿Qué extraño placer subyace en hacer algo que a primeras luces parece fútil? ¿No acaso hemos construido autos para no tener que caminar, para no tener que penar? Cada que pienso en ello solo llego a una respuesta, la asintótica necesidad de sentirse vivo, y de esto está hecho la UNAM, de la garra de no sentirse anestesiado; de la garra puma
Corolario: Después de lo que fue una tregua a medias por parte de mi estómago, llegando a mi casa los dolores se apoderaron de mí, apareció la fiebre y mientras me bañaba la náusea me dobló y cual exorcismo saqué todo el mal en mí en forma de vomito incoercible. Aunque me sentí mal desde un inicio de la competencia,  mi cuerpo se comportó a la altura contuvo la infección y me dio una ventana de 24 horas para poder hacer la competencia, en verdad estoy contento por ello así que mi sistema inmunológico también ha de llevarse un agradecimiento. 



DANIEL CORTÉS NOS DELEITA CON SU POPOBIKE 2013



RESEÑA POPOBIKE 2013

Todo musulmán ha de visitar la Meca al menos una vez en su vida ¿Cuál es la Meca del ciclismo de montaña en México? Podría aventurarme y decir que la Popobike, podría estar en lo correcto o no, otros más podrían decir tantas cosas tan variadas, otros tantos concordar. Lo que si se de cierto es que la Popobike es un evento que siendo o no la meca del MTB mexicano es un carrera que todo ciclista de montaña que se diga así mismo como tal debe hacer, intentar domar a Popocatepetl y tocar las faldas de la mujer dormida al igual que las de cualquier otra mujer, es un placer que puede estar lleno de dolor.
El día sábado los pequeños en edad pero no en garra tendrían su propia batalla, con más emoción que miedo pues esta última sensación solo la da la experiencia de vivir, piden más distancia que la previamente establecida sin saber a que se enfrentaban. Inician ya su duelo y estos pumas de nacimiento serían el orgullo de nuestra especie. 4to lugar para Dany Partida y 1ro para Diego Ramos.
El día de la competencia mayor ha iniciado; la mayoría, Pumas naturalizados sabemos que esto no es el inicio, siendo una competencia tan importante esto se convierte únicamente en una vertedera de trabajo y preparación previa, expectativas y anhelos y porque no, miedos y esperanzas.
El ritual ciclista comienza, ajustes, estiramientos, micción, pensamientos, despedidas y nos vamos. Salida única para la carrera de 54 km, los de la corta de 31 km nos alcanzarán una hora y media más tarde. Sin temor por un buen posicionamiento salgo al fondo, el reconocimiento de dos semanas previas me evitan ese sudor de manos y me recuerdan que tengo 6 km de pavimento para posicionarme justo donde quiero, el último trazo de la conquista del hombre sobre la tierra desnuda termina y llegamos a donde queremos, a donde solo nuestras bicis de montaña y no otras pueden llegar. La tierra fértil y fina está sedienta pues la época de lluvias aún no comienza y en su falta de agua intenta tragarnos a nosotros, difícil rodar en estas condiciones y el mejor consejo es ser paciente y tener un buen manejo de la bici. Algunos me rebasan pero con mi paso seguro sigo tomando posiciones, alcanzo a Fabiola Corona y la rebaso con todo y guardaespaldas bicicletero. Más adelante encuentro un nuevo grupo de lidia; sin embargo, desde lejos escucho el auxilio de un ciclista en apuros cual ballena encallada; ha ponchado y no tiene bomba, intento enojarme porque no trae su propia herramienta y busco un pretexto para no detenerme, para seguir ese diálogo entre el bosque y yo, espero a que alguno de los corredores con los que ahora ruedo lo auxilien pero no sucede así, no me queda otra que detenerme y ayudarlo, al final a mi me quitará un par de minutos, a él pudo quitarle toda la carrera, toda la experiencia. Veo que varios corredores me rebasan entre ellos Corona, decido partir y dejarle mis cosas al corredor, emprendo mi marcha nuevamente y sigo avanzando, Km. adelante recojo los lugares perdidos altruistamente; y entonces se hace notorio el espesamiento del bosque, su menor grado del manoseo del hombre y recuerdo que esta es una de las cosas por las que he venido y logro disfrutarlo rápidamente entre jadeos a 175 ppm. Inicio un descenso  fuerte y un corredor delante mió cae a gran velocidad, gira intempestivamente y da una vuelta completa sobre si mismo y termina prácticamente parado; sin embargo, los golpes que recibe son tales que le hacen gritar de dolor y  vuelve al suelo, esta vez por voluntad propia. Como puedo evito la colisión que sería doblemente catastrófico, sabía que de esto podía estar llena la competencia dadas las características del terreno. Evito la caída y lo auxilio, movemos su bici y a él a una zona segura, permanecer ahí podría provocar un nuevo accidente. Viendo que tiene todas las partes de su cuerpo donde pertenecen sigo mi camino, en el proceso me viene un dejavu ciclista y todos los corredores me vuelven a pasar, incluida Corona. Como puedo rebaso a unos cuantos en la bajada, justo antes de llegar al final de la misma me es imposible rebasar a una chica más y es mi momento de probar la calidez del suelo, logro controlar la bici  y la caída es realmente a muy baja velocidad pero mi primer miedo se hace presente, no poder continuar la competencia, reviso rápidamente y no encuentro desperfecto alguno así que avanzo nuevamente esto que empezaba a parecer una carrera en tiempos diferidos.
El cansancio que provoca el esfuerzo comienza a sentirse, no se como llegó pero parece no tener planeado irse por un tiempo así que solo queda negociar con él. Empiezo un ascenso que sé será duro  y ya sin fuerza en la mirada sino con serenidad comienzo la subida, escucho unos corredores se acercan ya sin importarme demasiado su presencia cuando oigo “venga tocayito”, es Daniel Partida que como puede me infiltra un poco de ánimos, de esa fuerza que ningún gel o bebida isotónica poseen, trato de seguirle el paso y como si me escuchará parece esperarme. Camino ancho pero técnico, lo desgastado de la tierra hacen que eso se convierta en un camino por donde solo puede transitar un solo corredor. Somos las hormigas que no pueden detener su paso y caminan a tientas, en una hilera de fibras musculares y de carbono, esto provoca roces tanto físicos como emotivos entre mi tocayo y otro corredor. Dany con la experiencia que lo caracteriza le cede el paso y lo obliga a exigirle más de lo que el otro ciclista puede dar y su falta de técnica le hacen comer el exceso de polvo del descenso, cae estrepitosa y espectacularmente pero no resulta en problemas de gravedad así que mi tocayo y yo seguimos nuestro paso. Un poco más recuperado, rebaso a Daniel antes del siguiente descenso y le regreso el apoyo energético entregado poco antes. Bajamos rápido, en una vuelta cerrada trato de aprovechar toda la curva y mi tocayo trata de ganar la salida de la curva por adentro de la misma, la curva no tenía los mismos planes para él y alcanzó a escuchar el malentendido entre Dany y la vuelta. Me detengo para saber la gravedad del asunto, empiezo a dar la vuelta pero mi Tocayo me lo impide enérgicamente, me dice que siga, que no pasa nada, obedezco religiosamente y empiezo mi camino en solitario, esto me da tiempo de pensar en lo que resta de la carrera. Un ligero descenso y se abre un claro, un pequeño llano y me reconozco en él años atrás, la nostalgia cuelga de los arbustos y esto me saca de concentración para llevarme a los Scout, a las tirolesas, a las construcciones bajo tierra y las de tres pisos en los árboles, a la hermandad de la flor de lis, está área verde me había visto muchas veces llegar y no querer irme; hoy años después  y con una visita más fugaz la historia sería la misma. Descendemos a un pequeño arrollo por un tobogán que otrora nos había servido para abastecernos de agua por varios días de noche y de día. Siento una extraña sensación en el descenso y mi deseo es ver a mis antiguos compañeros de experiencias hoy convertidos en memorias, subo  por un segundo llano y cruzamos el río que tantas veces me nutrió. El momento de la nostalgia ha de pasar y la última gran subida me obliga a olvidar el pasado y regresar a este polvoso presente, subo no tan rápido como hace algunos kilómetros y el cansancio me obliga a hacer una revisión de mi estado y  me doy cuenta que todo mi  tren superior está agotado lo que realmente me atemoriza es el saber que delante de mi tengo el descenso más fuerte de toda la competencia que aunque no extremadamente técnico, la velocidad que se puede alcanzar la hace de suma consideración. Trato de calmar mis ánimos agitados por la experiencia de hace dos semanas donde perdí el control de la bici en este mismo lugar. He dejado ya  atrás a  mis más cercanos competidores y el momento del descenso aparece frente a mí ineludiblemente, cierto es que trazas de miedo se funden con el cansancio y me permean los brazos, imposible descomponer en sus partes ambos y saber la justa medida de cualquiera de los dos pero el resultado de ello es indiscutible y por tanto bajo temeroso, con las manos al borde de la tetania en los frenos desciendo, mi andar errático hacen que un par de ciclistas me rebasen  pero no puedo hacer nada para alcanzarlos, no queda mas que hacer mi propio camino. Poco a poco el acercamiento a la civilización hace los senderos más amables y ellos me llevan con la fotógrafa oficial a la que le dejo de garantía un beso.
Me encuentro nuevamente rodeado de gente, como si fuera la llegada del hijo prodigo sus aplausos recorren las calles y yo cruzo entre ellos para llegar a la meta. El descenso le da tregua a mi hígado que manda un poco de glucosa a mis músculos los cuales están dispuestos a cubrir el vacío que dejo mi ausente confianza en el camino hacia abajo. Me agazapo cual puma sobre mi propia bici, la maleza que me esconde es mi propio manubrio y me abalanzo sobre el viento. En total posición aerodinámica pedaleo cuan fuerte puedo y como dijera algún conocido libro: veo que era bueno;  alcanzo los 45 km/h  y eso me permite pasar a un corredor que le es imposible hacer algo por alcanzarme, su inmovilidad lo hace parecer parte del escenario. Sigo avanzando y llego prácticamente en solitario a la meta.
La gran fuerza y habilidades de Luís Carlos lo hacen como siempre, el más rápido de nosotros; Juan Pablo sigue acercándosele peligrosamente. Las nuevas integrantes féminas del equipo nos han mostrado que tienen todo para llenar de medallas ese espacio vacío que tenía el equipo, enhorabuena por su llegada. Juan Carlos con todo y su reciente operación se da tiempo de hacerle apuestas a la vida y ganarlas; aunque pierda su monitor.
La competencia para muchos ha terminado; sin embargo, algunos siguen en su propia lucha como lo es, el caso de Felipe Ramos, quien sufrió un desperfecto mecánico que lo retrazó pero aún así llegó (y siempre lo hará) con su perfecta garra puma. Como a él y muchos de nosotros, a veces nuestra sangre en vez de transportar oxigeno parece movilizar desanimo y nos indica desde su alto pedestal: ¡Nunca más! Realmente no concibo el binomio puma-claudicar y no por ser algo que este plasmado en una escritura sagrada de “orden y decoro” que hemos de firmar al ser ordenados, más bien esto lo he visto escrito en los ojos de todos los pumas que se han comprometido con lo que hacen, tienen escrito con el color de sus pupilas el nunca claudicar.
El evento nos dejo cosas buenas y malas, el asalto de la camioneta del entrenador, una pequeña muestra de lo que pasa en este nuestro desquebrajado México. El accidente con complicaciones serias, pero no fatales de Jorge, del que esperamos su pronta recuperación. Si algo bueno obtengo de esto es saber que el equipo no es solo un conjunto de ciclistas que se unen a pedalear; la bici, es solo el mero pretexto para mostrar lo que realmente son; y eso no es grandes ciclistas sino grandes personas. A seguir sacando la garra puma pues ¡¿Qué no venimos a rodar? ¡