jueves, 30 de enero de 2014

Reseña de Daniel Cortés del DUATLON X POPO

Reseña del Duatlón X-Popo
Una sequía de competencias que había durado varios meses, mismos que durante los cuales mi sangre no se había llenado de adrenalina por las ansias de una competencia, el dolor del ácido láctico durante la carrera y la desesperación de saber la meta próxima. En esta ocasión, un duatlón lo esperaba con ansia, no solo porque era mi regreso a las competencias, a la disciplina de los entrenamientos, y al máximo esfuerzo, todo esto  reverberaba con fuerza en mi cabeza con mira en lo que este año debía ser; era también la conjunción de las dos cosas que más me gusta hacer deportivamente hablando, correr y rodar en la primigenia naturaleza.
Había estado entrenando fuerte durante el último mes y medio y el trabajo estaba hecho, sabía que no estaría en mi mejor momento; pero mi camino iba hacia arriba, por lo que me sentía contento, había hecho lo que mes y medio me permitían, trabajando como las hormigas en invierno, me sentía a gusto, nada que recriminar.
Día de la competencia y Gaby, Yola en la cámara y yo, nos disponíamos a representar a nuestra Universidad. La lejanía solar durante esta época del año nos hacía pensar sería un día de competencia frio, pero la realidad no había leído sobre trayectorias planetarias y el sol parecía más cerca que el resto de los días de invierno. Me encontraba mentalizado y me sentía fuerte pero sin tiempo ya de calentar para hacerle saber a mi cuerpo a lo que veníamos y en esas condiciones sonaba el disparo de inicio. Lo único que logro decirme es –son 4.7 km-. Como siempre en las salidas somos moléculas en caos y poco a poco logramos nuestro orden, trato de marchar fuerte marcando mi paso pero el no haber calentado me hace difícil el primer kilómetro, veo como muchos me superan, mi primera reacción animal es desesperarme, rápidamente me controlo y trato de hacer mi propia carrera. Mi corazón trata de recordar que hacer en estos casos y después de unos minutos lo logra. Corro con un pequeño grupo y una chica lo hace ver tan natural que me invade cierto recelo y me impido claudicar ante ella y la convierto en mi marcapasos. Camino arenoso, un par de subidas exigentes pero nada realmente técnico me devuelven en aproximadamente 18 minutos a la zona de transición. El cambio de zapatillas, casco y guantes, me resulta otro deporte, mismo del cual no estaba hoy preparado pero no me estreso por ello, pienso que la transición me permitirá recuperarme. Confiado estoy de mí y de mi bici; sin embargo, eso no hace que el tiempo se doble y transcurra más lento, la gente con la que había llegado ya había partido. Me subo a mi bici parsimoniosamente y me siento en  un paseo, veo el pedalear artrósico del resto, los veo sufriendo la transición y eso me arranca una sonrisa discreta, trato de no ser pedante, sé que este es mi medio y rápidamente empiezo a cosechar lugares fácilmente. Pasó a la chica que intentaba hacerme quedar mal conmigo mismo y le deseo la mejor de las suertes. La pista en realidad puede disfrutarse mucho salvo por la gran cantidad  arena que en ocasiones dificulta tanto el pedaleo que tienes que hacer uso de todos los piñones; sin embargo, los descensos no te forzan a hacer chillar los frenos y las subidas nunca te hacen buscar más piñones. Bajada rápida y pierdo el camino, rápidamente alguien que me da alcance me indica que es el camino equivocado, no pierdo mucho pero si un poco del trabajo realizado, un corredor que había logrado sacudirme se adhiere a mi  nuevamente para nunca más poder dejarlo realmente, nos entablamos en una competencia, me entero que viene en solo y que ambos corremos en la misma categoría, yo lo sé, y él sabe que yo sé que él sabe, la plática se acaba y la guerra comienza, damos lo mejor de nosotros pero nos respetamos como contrincantes indicándonos y ayudándonos en el camino, así como cuando nos rebasamos, lucha de caballeros. Última bajada y en una vuelta pierdo el control y aunque no caigo las arenas me toman por pareja y resultan ser sumamente aprensivas, no logro salir de ellas y pierdo varios segundos, mismos que me alejan de mis rivales próximos. Logro darles alcance en el último plano pero eso me cuesta  varios moles de energía que he de pagar en la carrera a pie.
Nueva e innegablemente el tiempo logra ganarme en la transición. Mi más cercano rival ha logrado abandonarme y con los despojos de mis fuerzas me lanzo a la última vuelta. No logro encontrar un ritmo adecuado y siento que mi cuerpo se mueve minúsculamente, pequeños pasos festinantes. Como automóvil  en reserva de combustible por momentos corro con celeridad misma que no dura mucho y en instantes lo hago pausadamente, con eso me alcanza para rebasar a otros en peores condiciones pero otro se siente más fuerte y me rebasa raudo, cuando está a punto de desaparecer de mi vista y probablemente de mis piernas decido darle alcance. Recuerdo que aunque no estoy en el tope de mi temporada y que esta apenas empieza, no vine a quedarme con nada y corro en anaeróbico, faltando menos de 2 km sigo rebasando y lo tengo nuevamente a vista, logro ya escuchar la gente en la meta y a un km de llegar a ella piso una roca y mi pie supina, mi humanidad completa a velocidad competencia se multiplica por tres y ese peso cae sobre mi pequeño quinto metatarso y lo escucho tronar como tantas veces he escuchado tronar las ramas bajo mi andar, me quejo pero no me detengo a recontar los daños, sigo corriendo o por lo menos lo intento, llego como puedo. Me tiro al piso y sé que algo anda mal, me reviso y duele, trato de no pensar en ello y busco analgésicos; la ambulancia del evento es de utilería, no paramédicos, no medicamentos, no nada. Nuevamente la tecnología se muestra incapaz de alcanzar el 2014 y los chips fallan, a mi me mandan al 19° y a Gaby según ellos no terminó. Finalmente Gaby termina en 2do. y yo en 5to. de nuestras respectivas categorías; Yola una vez más nos guarda los mejores momentos. Como puedo regreso manejando a la ciudad y los laboratorios clínicos no trabajan en domingo por la noche, tengo que ir al hospital donde la verdad se revela con rayos X; fractura (aunque incompleta) de la base del 5to. Metatarso; nunca me había fracturado y me duele más en las entrañas, el trabajo perdido, el tiempo parado, las competencias desvanecidas, mis planes para este año; todo se iba. Uno sabe la realidad de las cosas, el mundo no se acaba, uno parpadea y todo sigue ahí, uno pega sus talones y nada desaparece ni desaparecerá, la aceptación que esto es parte del juego, tanto como ganar y perder, tanto como entrenar y descansar, igual que disfrutarlo y sufrir por ello. Pero de esto estamos hechos y a esto venimos, así que de una u otra manera hay que seguir en movimiento, pronto nos reencontraremos, tal vez no como yo quería pero uno tiene que improvisar para seguir andando.

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