RESEÑA DE LA CARRERA
“ADVENTURE CHALLENGE 2012 DE TEENEK RACING”
El
último par de semanas han sido difíciles para mí, salir de una lesión, mucho
trabajo y demás cargas cotidianas restan tiempo a lo que inicialmente es un
gusto pero que al final se transforma en algo diametralmente opuesto. Tres días
sin entrenar, el resto de la semana con entrenamientos pusilánimes y recibo un mensaje de Toño Gama pidiéndome
lo supla en la competencia por parejas
que haría en compañía de su hermano Juan Pablo; competencia que se realizaría
en Huasca de Ocampo, este lugar que tiene por sobrenombre pueblo mágico; sin
embargo para nosotros ciclistas, su magia no esta en el pueblo sino fuera de
él.
Aunque
tenía muchas ganas de ir, el trabajo se apelotona desbordándose desde la semana laboral y derramándose sobre
el fin de semana, difícil hacer algo que
no sea trabajo; sin embargo la oportunidad está puesta y quiero tomarla, el
favor se pide y mi amistad me obliga a no claudicar; el día dura 24 horas y el
trabajo puede esperar para hacerse por la noche; la decisión está tomada,
Huasca, otra vez nos veremos. Alistar las cosas de último momento, y en la
premura Yola no cuenta con su cámara, la del celular tendrá que hacer el
trabajo.

Últimos
preparativos y a planear la estrategia aunque no hay mucho que planear, Juan
Pablo es más rápido que yo y por tanto, yo he de tratar seguirle un paso que sea lo
suficientemente fuerte.
Así
como en el agua puesta al fuego puede verse la ebullición cuando esta está
próxima a suceder, a las emociones les sucede lo mismo, cada minuto que se
acerca al inicio de la competencia la adrenalina nos invade y nos hace tiritar
y al momento de arranque todos explotamos. Salida muy fuerte y hay que seguir
el ritmo, pisamos el empedrado por 500 metros y es un martirio, por suerte es solo
eso, Juan Pablo y yo tomamos un buen paso pero no me siento a gusto, no
encuentro mi zona de confort y me cuesta mucho respirar. Tiene que pasar unos 3 km para poder encontrarlo, rebasamos un par de
parejas y nos posicionamos desde ese kilómetro recorrido en segunda posición,
abandonamos el pueblo y el bosque de
montaña nos recibe con sus olores, con sus pinos y ese crujir de la yesca al
paso, sonido tan sui géneris, tan mágico;
este sí, realmente mágico.
Subidas
fuertísimas y el corazón se va al cielo, tratamos de no dejar ir al primer
lugar que traen un ritmo difícil de seguir. Los perros salen a recibirnos pero
no como nosotros quisiéramos y uno de ellos me quita tiempo tratando de impedir
me muerda. Yo en calidad de homo habilis
me hago de algunas piedras y las lanzo como puedo para escaparme del perro.
Tomamos un buen paso y de regreso noto a Juan Pablo aflojar el ritmo, es una
añeja lesión que le impide correr más rápido, y trato de darle ánimos. Llegamos
de regreso al pueblo y lo que a mi me da ánimos es ver a Yola esperándonos.
Preparamos la transición que la hacemos con la calma de una jugada de ajedrez, llegamos
solos y al partir más de 5 parejas ya estaban ahí haciendo también la
transición. Salimos cuan rápido podemos dándonos cuenta del tiempo perdido y en la retaguardia ya traemos a Luis Canseco
y Nina Von Ostman que vienen concentrados en no dejarnos ir sin ellos, no se
nos despegarán del todo sino hasta la mitad del camino rodado. Mientras tanto,
nosotros tomaríamos nuestro propio paso. Cruzaríamos por varios puntos de
control y los líderes de la competencia no se encontraban lejos, de uno a tres
minutos lo que nos mantenía con esperanza de poder alcanzarlos. Ya a la mitad
de la carrera ese tiempo se acrecentaría a 10 minutos, impidiendo el desanimo
seguimos haciendo nuestra propia carrera, Juan Pablo es quien en su mayoría
viene marcando el paso. En un ascenso fuerte pasa lo imprevisto; un calambre en
los gastrocnemios de la pantorrilla derecha y mi primer instinto es revolcarme
del dolor pero me lo prohíbo mientras veo a Juan Pablo alejarse cada pedaleada
es un conato de rebelión muscular la cual socavo tratando de estirar la pierna
en desgracia mientras transfiero toda la carga a una sola de mis piernas. Sin
esperar que es lo que mis piernas decidirían hacer, les ordeno tiránicamente
darle alcance a Juan Pablo el cual voltea a verme y actúo como si nada hubiera
pasado. El ritmo impuesto me hace imposible darme un tiempo para poder alejar
la vista del camino pero mi cuerpo se sabe libre, sufriendo y por tanto vivo, y
eso me dibuja una sonrisa serena en el rostro; es curioso como a veces los
ciclistas alcanzamos la serenidad a 185 pulsaciones por minuto; pensar en esto despierta mi yo contemplativo
en medio de la efervescencia, sabiéndome imposible de quedarme a oler el
“enervante perfume de las flores” tomo una “instantánea” y me la llevo en el
bolsillo de mi jersey. Mi concentración de nuevo al camino y el esfuerzo no
disminuye, rodamos 15 kilómetros
más y la organización nos comenta que estamos próximos a llegar, último
descenso y unas aves de rapiña enormes hacen círculos sobre nosotros, me
gustaría saber que especie son y para disgusto de las aves y mía, no me puedo
quedar a contemplarlas o a ser comido por ellas u otros ciclistas.
Llegamos
a la presa de San Antonio donde se remarían los 5 km de kayak, último esfuerzo
antes de cederle el trabajo a mis brazos y me declaro exhausto. La porra puma
se emociona al vernos llegar y lo agradezco en mis adentros mientas mi rostro
acartonado por el cansancio no me permite demostrarlo. Entro pesadamente a la zona de transición y solo la mitad de mí
está consciente, cuando me doy cuenta ya estamos remando sin rumbo ni
dirección, acostumbrarse a los remos es difícil pero con cada movimiento vamos
adquiriendo la destreza necesaria para hacer (aunque penosamente) el recorrido
completo. Remamos y antes de dar la vuelta
nos percatamos de que el primer lugar ya viene de regreso, remando aún
más desincronizada y atáxicamente que nosotros logramos recortar un poco de
tiempo que ellos nos llevaban; damos la vuelta más lejos de lo supuestamente
previsto y eso anula el tiempo recortado y la posibilidad de alcanzarlos.
Llegamos a puerto y nos preparamos para el último tramo a rodar, me despido de
la porra puma y de Yola con un beso y me doy cuenta de que estamos frente a los
prismas basálticos y me hace recordar algún congreso al que alguna vez vinimos
por aquí, el saber como diferentes situaciones te hacen vivir un mismo lugar de
diferente manera convirtiéndote en otra persona me deja pensando por un
momento. Seguimos rodando con el último esfuerzo y no aflojamos el paso, en mi
mente se que el primer lugar ya está lejos pero seguimos pedaleando fuerte.
Últimos 100 metros
de empedrado y Juan Pablo acelera, le sigo el paso y mi pantorrilla derecha me
hace saber antes de que terminemos que tal clase de castigo que le he impuesto
no quedaría impune al presentarse nuevamente un calambre, trato de no perder la
compostura y cruzo la meta pedaleando lo más entero que se puede.

Al
final el equipo se llevaría el 2do. lugar general lo cual nos dejaba bastante
contentos. No quedan más kilómetros por recorrer y darse cuenta que todo lo que
se tenía, poco o mucho se ha dejado en el camino siempre es el mayor aliciente,
de esto esta hecho este equipo. Y parafraseando a mi tocayo Dani Partida:
¡México, Pumas, Universidad, Goya!