RESEÑA BANXÚ 2012
Como todos los
grande retos, se teme, se le quiere, se le desea conquistar y se sufre en el
intento. Primera ocasión que corro esta carrera y los consejos y advertencias
llegan antes que la misma competencia; muchos adjetivos aparecen ligados a
Banxú, complicada (muchos comparativos), hermosa, (más aumentativos) y por
sobretodo difícil (en un gran superlativo).
El entrenador
Ricardo nos había estado preparando con semanas de antelación para lo duro de
la competencia, aunque de antemano uno ya sabe que siempre se sufre, lo único
que se puede hacer es ir más o menos rápido.
Día de la
competencia y mi hermosa Yola me acompaña en mi travesía, iniciamos el viaje disfrutando
esos momentos mañaneros de domingo que solo son para nosotros y un esporádico
zombie post-parranda. Ya a la mitad del camino nos encontramos a los Danieles,
el entrenador y la porra puma cargándose de cafeína y carbohidratos para el
intenso “día de descanso”.
Llegamos a Banxú y
el protocolo Puma entra en acción, preparar tienda, arreglar bicis,
inscribirse, etc. El emisario de avanzada Oscar Placencia nos comenta el
recorrido que habremos de hacer; que lo
mejor es tomarlo con calma y sabiduría.
Volteas a ver el
lugar y te das cuenta de lo bello de las montañas, de las comunidades
incrustadas como las rocas entre los árboles, de los rostros de barro que al
caer las gotas de lluvia suenan a “hñahñu”. De los cambios de presión
atmosférica que le permiten al hombre tocar el cielo y vivir día a día con las
nubes; a nosotros nos tiene que durar esto 24 horas.
Para nosotros la
contemplación tibetana tiene que terminar y entrar al otro lado del yo,
agresividad, coraje y esfuerzo; de momento, el paroxismo cardíaco, mi habilidad
no es la explosividad y arranco fuerte sin ser desmedido, Ricardo me indica que
tome mi paso y con gusto lo hago, no sin dejar de ver a los punteros que los
llevo a vista. Después de los primeros 4 kilómetros la cadena
se zafa y mi desviador delantero no quiere volver a trabajar. No solo pierdo
valiosos minutos intentado poner todo en orden pues la cadena se había metido
entre los tirantes posteriores y el cassette sino que me quedo sin poder
cambiar al plato grande, ¡A pedalear cual rehilete en huracán! Después de
iniciar mi triste pedalear, trato de animarme y hacerlo lo mejor que pueda.
Primer ascenso hacia las “emes” y el pavimento nos sostiene de no llegar más
abajo, sin embargo, allá abajo esta la terracería, el crujir del polvo, cada
que paso por este camino, me es imposible no pensar en las sensaciones que hubiera
obtenido de rodarlo sin asfalto; nosotros los niños que juegan a ensuciarse.
Las subidas me permiten alcanzar a muchos corredores y sin embargo algunos de
ellos me rebasan al descender por no poder pedalear más rápido por el
desperfecto mecánico (esta sería la historia de la competencia). Nuevo ascenso
de terracería y a tomar ritmo, alcanzo a otros competidores y los rebaso con el
gran ritmo que traía a 178 ppm en promedio, a uno de ellos lo exhorto a
seguirme y me dice que prefiere ser cauto y guardarse para el final; yo digo
para mis adentro -¿guardar que? Y sigo mi paso. Regresamos a Banxú para el
último esfuerzo, un ascenso que es perfectamente pedaleable (en su gran
mayoría) sin embargo lo extenso de este lo hace imposible; 4 km , 500 metros de ascenso y
25% de pendiente lo confirman, esto aún podría parecer fácil en camino ancho y
plano; sin embargo, hay que agregarle lo agreste del terreno y sumarle que es una vereda de una sola bici, con
acantilado de un lado; ¿a alguien aún le parece fácil? En un momento de
humildad forzada me veo convertido en la liebre al ver pasar a la tortuga que me
había aconsejado cautela. Sigo mi paso con mucha pesadumbre, prácticamente
caminando y aunque creo que me voy apapachando por no intentar ir más ràpido,
mi frecuencia está en 165 aprox. Otros
corredores y yo hacemos nuestra competencia en cámara lenta y yo soy el ganador
al no ser el más rápido sino el menos
lento. Al ir subiendo podíamos escuchar la voz del animador que decía los
nombres de los que recién llegaban; triquiñuelas mentales pues nunca sabes
cuanto falta realmente y eso puede jugarte mal en la cabeza.

Dany Partida por su
parte no soltaba el segundo lugar; el no lo permitiría pero su bici no tenía
los mismos planes; ella sucumbiría en un momento de estrés y los cambios serían
los culpables, esto sería aprovechado por su contrincante cercano y obligarían a mi tocayo a
conformarse con el tercer lugar. ¡Que vaya tercer lugar! ¡Grande Dany!
Oscar Placencia
venia a terminarla, así lo hizo, no cualquier cosa. Isaac que gusta de llegar
al final saldría con el último grupo para después tenernos comiéndonos las uñas
en su espera, bueno saber que la larga espera no era por un desperfecto
mecánico o caída sino por razones…que el tendrá que explicar. Tocayito (hijo de Dany Partida), que
nadie te diga que puedes hacer o no hacer; para la mayoría la vida es una
definición de diccionario, haz la tuya.
Banxú me mostró su
lado más bello, que es también el más salvaje, como si uno se introdujera a otro mundo, este que no puede
verse a otra ritmo cardíaco, a otra velocidad, ni más rápido ni más lento, la
bicicleta es la justa medida.
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