Reseña 100km Teenek Racing

Día de la misma y los papás Gama, tita Gama, y
las novias Gama nos permitirían una vez más a mí Valquiria (Yola), mi Nextli
(bici) y yo entrar en su dinámica familiar extendida. Partimos temprano e
intercambiamos nuestras impresiones de lo que será la competencia, de lo mal
que nos tratará la orografía y los factores meteorológicos que a decir verdad,
yo repasaba durante toda la semana con miedo sincero.
Una vez en el pueblo los ciclistas salían con
el sol de entre los recovecos, como esos escarabajos que recurren a la luz del
día para ser ellos mismos una vez más, un ciclo más, ellos que habían estado
dormidos algún tiempo, aún torpes pero deseosos de andar, de seguir sin quedar
con el vientre reflejando las nubes. Grato es saludar a todos los ciclistas que
a veces solo ves durante las competencias, recordar viejas experiencias y
vaticinar las nuevas, saber que vamos por ellas y recordar que el único medio
de transporte para obtenerlas es la bicicleta; para otras vivencias habrá otros
medios; no para estas; no hoy.
Últimas indicaciones y nos lanzamos a la
aventura. Juan Pablo y Toño se van hasta adelante y salen con los punteros,
salen muy fuerte y yo quedo rezagado pues no logro ubicarme en una buena
posición de salida por andar en el chisme y salgo hasta el final; sin embargo,
nunca me estreso; esto es competencia de fondo, no hay prisa en arrancar. Tomo
un paso cómodo y pedaleo, cual Reina de la primavera voy saludando a todos los
camaradas que me encuentro en el camino. Finalmente encuentro mi grupo donde me
siento bien y subimos por unos pocos kilómetros para iniciar la emoción del descenso, lo disfruto mucho y
en el siguiente ascenso el grupo se rompe. Chema Alonso, un competidor
aguerrido de master 40 se aleja y dudo en seguirle el paso o ir al mío que en este
momento es de ciclotón de Reforma; decido seguir mi ritmo y lo veo alejarse,
por mucho tiempo me pregunto si estaré haciendo lo correcto, si no estaré
exagerando en mi tranquilidad que en estos momentos puede rayar en la
holgazanería pero mi corazón (literalmente) me dice que no (figuradamente); 170
ppm me parece un buen ritmo; con ello me doy el lujo de alcanzar a varios. Por
su parte Nina, corredora alemana de gran experiencia me alcanza y platica como
si tomara el té. Últimos metros de ascenso y se forma un nuevo grupo para el
descenso que es por una ruta empedrada, varios columpios y el descenso son mi
perdición, no logro separar mis dedos tanto como quisiera de los frenos y lo
que gano en las subidas lo pierdo en las bajadas, me lamento por eso.
Regresamos al Chico y el pueblo muestra más vida, me recuerdo que pronto
estaremos aquí de nuevamente. Ascendemos otra vez y me encuentro solo, ya nadie
me sigue y en una subida rutera en la que se podría trabajar en equipo muy bien
me desespero y me culpo por haber decidido una mala estrategia.
Inicio de
descensos en terracería y mi mayor confianza y cuasi-enojo me hacer bajar más
rápido; sin embargo un corredor de buena técnica me alcanzaría más adelante
mientras yo bebía y me recargaba en una de las tantas cascadas por las que
pasábamos. Kilómetro 50 y me sentía bien, con buen animo y recolectando cada
que podía trozos de vida desprendidos por el bosque, tratando de guardarlos
conmigo y llevarlos a la ciudad; avanzo un poco más y el apoyo Puma esta a mí
espera. Como y bebo cuan rápido puedo y me informan que Toño y JP me llevan
como 6 minutos, mi primera referencia en mucho tiempo. A partir de este punto
inicia la primer subida en verdad difícil,
lo único que se encuentran son subidas y cuando el terreno cambia es
solo para imponerse majestuosamente con unas sofocantes rampas. He dejado a
Spyder y ahora Chema me ha alcanzado, subimos a un paso más que cauteloso,
sufrido y así llegamos a un puesto de abastecimiento; después de recobrar el
sentido común tras el ascenso y las viandas; el sentido de competencia regresa
¿qué estoy haciendo aquí? ¿Quién va delante de mí? Tristemente los números no
habían cambiado, de 5 a
10 minutos nos aventajaban. Seguimos pedaleando y de nuevo el apoyo puma tan incoercible
que ahora sin necesidad de líquido o alimento, una mirada es lo que me recarga,
su energía ahora es la mía, esa necesidad de hacerlo bien cuando ellos lo han
hecho lo mejor; paso veloz y me informan que nada ha cambiado. Sin embargo unos
cuantos kilómetros veo al siguiente competidor; a “ese siguiente competidor” que
siempre buscamos y que no veía desde hace 50 km cuando me había topado con el último. Lo
alcanzó y veo que es JP; me entero que
Toño no va muy lejos, me animo y trato de pedalear más fuerte, los vemos a la
distancia pero ellos también se dan cuenta
y se alejan, ¡empieza la cacería! Mi desviador trasero empieza a
quejarse y necesito un calmante para él; espero a Juan Pablo para pedirle
aceite y eso palia la situación…al menos por un momento; hay que pedalear
nuevamente fuerte para alcanzarlos,
trato de llevarme a JP pero no lo logramos por mucho tiempo, más
adelante encuentro nuevamente a Chema y con los restos de fuerza real que nos
quedaba les damos alcance. Unas ovejas
le cierran el paso a Toño y esto parece una enboscada. Ahora Toño y su
acompañante son nuestros.
El día nos había consentido con un bello clima
soleado sin ser excesivo y eso tendría que ser pagado con lluvía misma que nos
hacia recordar quien manda ahí. Último ascenso fuerte y el grupo se deshilacha
nuevamente. Toño y yo somos los últimos sobrevivientes de ese grupo y yo trato
de no abandonar, me aferro ya sin el puño de las fuerzas físicas y solo con las uñas de la voluntad,
en este momento ya estoy cansado, hastiado, extenuado y empezando a sentirme
mal, pero trato de no dejarlo ir, no quiero y me aferro, el me grita desde su
posición y me alienta a seguir, eso rinde frutos pues logramos alcanzar a un
par de corredores más; sin embargo, el desviador ya no quiere continuar, trato
de calmarlo con un poco más de aceite y parece funcionar. Inician los últimos
descensos y aunque son de camino ancho, también
son sumamente técnicos pero decido soltar la bici, no hay otro momento. Dejo a
Toño y al otro competidor y me lanzo solo, conquisto la terracería y llego a un
nuevo camino que me llevará a la meta por su lengua empedrada. Mis manos están
destrozadas por el camino, siento como si sostuviera un taladro hidráulico en
las manos y sosiego mi ansiedad por llegar; por un momento funciona hasta que
soy alcanzado, puedo escuchar una bicicleta venir tras de mi, puedo oler el
aroma del cazador y la adrenalina me hace tener ya no más fuerzas pero si más
ímpetu, arriesgo en una bajada, cansado, con hambre, y lluvia, arriesgo todo lo
que no había arriesgado en mejores condiciones, me niego a perder lo que ya
quería para mi y suelto la bici; en un instante ya no hay nadie a mis espaldas.
Último ascenso para llegar a la meta, dos kilómetros para llegar y mi desviador
empieza a sufrir nuevamente y yo con él. Trato de no moverme, de no respirar de
no hacer ruido para que no se queje, como si tuviera abdomen agudo, trato de
ser lo más armónico con mi bici y le pido me espere un poco más; pedaleo cuan
fuerte puedo y llego en solitario para un séptimo lugar.
Varios minutos más tarde me sorprendo al ver
que aquel que intentaba cazarme es doblemente cazado primero Chema y luego por Toño
que le dan alcance. La lluvia que había cedido un poco decide no esperar a la
llegada de JP e inicia nuevamente, solo que esta vez más fuerte. Preocupados
por la gran lluvia que nos caía y más aún a JP, él lo resuelve con su gran tesón,
su cara inmóvil me hace saber que el torrencial no es problema para él; los
aplausos rompen junto con la lluvia para hacerse indistinguibles.
Me ha costado mucho trabajo, y tiempo
recuperar un poco del nivel que tenía el año pasado y poco a poco lo hemos
logrado. Y digo lo hemos logrado porque el equipo siempre ha estado para apoyar
desde el primer día que te ven como hermano.
Yola que me ha tenido paciencia pues sabe lo que le cuesta esto a
nuestra relación. Y al entrenador Ricardo que no me ha dejado flaquear; que me
ha tenido paciencia y me ha apoyado más de lo que yo hubiera pensado. En esta
carrera que aunque no he ganado nada físico, nada tangible, nada que colgar o
gastar; me hace sentir que gané algo más: el derecho de poder decirles Gracias
Mientras empezaba estas líneas me di cuenta de
lo que está hecho el equipo, lo que nos hizo intentar esta competencia; entre
muchas otras cosas, del deseo de abrazar eso a lo que llaman difícil, eso es lo
que buscamos. Curioso es como este equipo ve la vida. ¡A seguir sacando la
garra puma!