RESEÑA POPOBIKE
2013
Todo musulmán
ha de visitar la Meca
al menos una vez en su vida ¿Cuál es la
Meca del ciclismo de montaña en México? Podría aventurarme y
decir que la Popobike,
podría estar en lo correcto o no, otros más podrían decir tantas cosas tan
variadas, otros tantos concordar. Lo que si se de cierto es que la Popobike es un evento que
siendo o no la meca del MTB mexicano es un carrera que todo ciclista de montaña
que se diga así mismo como tal debe hacer, intentar domar a Popocatepetl y
tocar las faldas de la mujer dormida al igual que las de cualquier otra mujer,
es un placer que puede estar lleno de dolor.
El día sábado
los pequeños en edad pero no en garra tendrían su propia batalla, con más
emoción que miedo pues esta última sensación solo la da la experiencia de vivir,
piden más distancia que la previamente establecida sin saber a que se
enfrentaban. Inician ya su duelo y estos pumas de nacimiento serían el orgullo
de nuestra especie. 4to lugar para Dany Partida y 1ro para Diego Ramos.
El día de la
competencia mayor ha iniciado; la mayoría, Pumas naturalizados sabemos que esto
no es el inicio, siendo una competencia tan importante esto se convierte únicamente
en una vertedera de trabajo y preparación previa, expectativas y anhelos y
porque no, miedos y esperanzas.

El ritual
ciclista comienza, ajustes, estiramientos, micción, pensamientos, despedidas y
nos vamos. Salida única para la carrera de 54 km, los de la corta de 31 km nos alcanzarán una hora
y media más tarde. Sin temor por un buen posicionamiento salgo al fondo, el
reconocimiento de dos semanas previas me evitan ese sudor de manos y me
recuerdan que tengo 6 km
de pavimento para posicionarme justo donde quiero, el último trazo de la
conquista del hombre sobre la tierra desnuda termina y llegamos a donde
queremos, a donde solo nuestras bicis de montaña y no otras pueden llegar. La
tierra fértil y fina está sedienta pues la época de lluvias aún no comienza y en
su falta de agua intenta tragarnos a nosotros, difícil rodar en estas condiciones
y el mejor consejo es ser paciente y tener un buen manejo de la bici. Algunos
me rebasan pero con mi paso seguro sigo tomando posiciones, alcanzo a Fabiola
Corona y la rebaso con todo y guardaespaldas bicicletero. Más adelante
encuentro un nuevo grupo de lidia; sin embargo, desde lejos escucho el auxilio
de un ciclista en apuros cual ballena encallada; ha ponchado y no tiene bomba,
intento enojarme porque no trae su propia herramienta y busco un pretexto para
no detenerme, para seguir ese diálogo entre el bosque y yo, espero a que alguno
de los corredores con los que ahora ruedo lo auxilien pero no sucede así, no me
queda otra que detenerme y ayudarlo, al final a mi me quitará un par de
minutos, a él pudo quitarle toda la carrera, toda la experiencia. Veo que
varios corredores me rebasan entre ellos Corona, decido partir y dejarle mis
cosas al corredor, emprendo mi marcha nuevamente y sigo avanzando, Km. adelante
recojo los lugares perdidos altruistamente; y entonces se hace notorio el
espesamiento del bosque, su menor grado del manoseo del hombre y recuerdo que
esta es una de las cosas por las que he venido y logro disfrutarlo rápidamente
entre jadeos a 175 ppm. Inicio un descenso
fuerte y un corredor delante mió cae a gran velocidad, gira
intempestivamente y da una vuelta completa sobre si mismo y termina
prácticamente parado; sin embargo, los golpes que recibe son tales que le hacen
gritar de dolor y vuelve al suelo, esta
vez por voluntad propia. Como puedo evito la colisión que sería doblemente
catastrófico, sabía que de esto podía estar llena la competencia dadas las
características del terreno. Evito la caída y lo auxilio, movemos su bici y a él
a una zona segura, permanecer ahí podría provocar un nuevo accidente. Viendo
que tiene todas las partes de su cuerpo donde pertenecen sigo mi camino, en el
proceso me viene un dejavu ciclista y
todos los corredores me vuelven a pasar, incluida Corona. Como puedo rebaso a
unos cuantos en la bajada, justo antes de llegar al final de la misma me es
imposible rebasar a una chica más y es mi momento de probar la calidez del
suelo, logro controlar la bici y la
caída es realmente a muy baja velocidad pero mi primer miedo se hace presente,
no poder continuar la competencia, reviso rápidamente y no encuentro desperfecto
alguno así que avanzo nuevamente esto que empezaba a parecer una carrera en
tiempos diferidos.

El cansancio
que provoca el esfuerzo comienza a sentirse, no se como llegó pero parece no
tener planeado irse por un tiempo así que solo queda negociar con él. Empiezo
un ascenso que sé será duro y ya sin
fuerza en la mirada sino con serenidad comienzo la subida, escucho unos
corredores se acercan ya sin importarme demasiado su presencia cuando oigo
“venga tocayito”, es Daniel Partida que como puede me infiltra un poco de
ánimos, de esa fuerza que ningún gel o bebida isotónica poseen, trato de
seguirle el paso y como si me escuchará parece esperarme. Camino ancho pero
técnico, lo desgastado de la tierra hacen que eso se convierta en un camino por
donde solo puede transitar un solo corredor. Somos las hormigas que no pueden
detener su paso y caminan a tientas, en una hilera de fibras musculares y de
carbono, esto provoca roces tanto físicos como emotivos entre mi tocayo y otro
corredor. Dany con la experiencia que lo caracteriza le cede el paso y lo
obliga a exigirle más de lo que el otro ciclista puede dar y su falta de
técnica le hacen comer el exceso de polvo del descenso, cae estrepitosa y
espectacularmente pero no resulta en problemas de gravedad así que mi tocayo y
yo seguimos nuestro paso. Un poco más recuperado, rebaso a Daniel antes del
siguiente descenso y le regreso el apoyo energético entregado poco antes.
Bajamos rápido, en una vuelta cerrada trato de aprovechar toda la curva y mi
tocayo trata de ganar la salida de la curva por adentro de la misma, la curva
no tenía los mismos planes para él y alcanzó a escuchar el malentendido entre
Dany y la vuelta. Me detengo para saber la gravedad del asunto, empiezo a dar
la vuelta pero mi Tocayo me lo impide enérgicamente, me dice que siga, que no
pasa nada, obedezco religiosamente y empiezo mi camino en solitario, esto me da
tiempo de pensar en lo que resta de la carrera. Un ligero descenso y se abre un
claro, un pequeño llano y me reconozco en él años atrás, la nostalgia cuelga de
los arbustos y esto me saca de concentración para llevarme a los Scout, a las
tirolesas, a las construcciones bajo tierra y las de tres pisos en los árboles,
a la hermandad de la flor de lis, está área verde me había visto muchas veces llegar
y no querer irme; hoy años después y con
una visita más fugaz la historia sería la misma. Descendemos a un pequeño
arrollo por un tobogán que otrora nos había servido para abastecernos de agua
por varios días de noche y de día. Siento una extraña sensación en el descenso
y mi deseo es ver a mis antiguos compañeros de experiencias hoy convertidos en
memorias, subo por un segundo llano y
cruzamos el río que tantas veces me nutrió. El momento de la nostalgia ha de
pasar y la última gran subida me obliga a olvidar el pasado y regresar a este
polvoso presente, subo no tan rápido como hace algunos kilómetros y el
cansancio me obliga a hacer una revisión de mi estado y me doy cuenta que todo mi tren superior está agotado lo que realmente
me atemoriza es el saber que delante de mi tengo el descenso más fuerte de toda
la competencia que aunque no extremadamente técnico, la velocidad que se puede
alcanzar la hace de suma consideración. Trato de calmar mis ánimos agitados por
la experiencia de hace dos semanas donde perdí el control de la bici en este
mismo lugar. He dejado ya atrás a mis más cercanos competidores y el momento del
descenso aparece frente a mí ineludiblemente, cierto es que trazas de miedo se
funden con el cansancio y me permean los brazos, imposible descomponer en sus
partes ambos y saber la justa medida de cualquiera de los dos pero el resultado
de ello es indiscutible y por tanto bajo temeroso, con las manos al borde de la
tetania en los frenos desciendo, mi andar errático hacen que un par de
ciclistas me rebasen pero no puedo hacer
nada para alcanzarlos, no queda mas que hacer mi propio camino. Poco a poco el
acercamiento a la civilización hace los senderos más amables y ellos me llevan
con la fotógrafa oficial a la que le dejo de garantía un beso.

Me encuentro
nuevamente rodeado de gente, como si fuera la llegada del hijo prodigo sus
aplausos recorren las calles y yo cruzo entre ellos para llegar a la meta. El
descenso le da tregua a mi hígado que manda un poco de glucosa a mis músculos
los cuales están dispuestos a cubrir el vacío que dejo mi ausente confianza en
el camino hacia abajo. Me agazapo cual puma sobre mi propia bici, la maleza que
me esconde es mi propio manubrio y me abalanzo sobre el viento. En total
posición aerodinámica pedaleo cuan fuerte puedo y como dijera algún conocido
libro: veo que era bueno; alcanzo los 45 km/h y eso me permite pasar a un corredor que le
es imposible hacer algo por alcanzarme, su inmovilidad lo hace parecer parte
del escenario. Sigo avanzando y llego prácticamente en solitario a la meta.
La gran fuerza
y habilidades de Luís Carlos lo hacen como siempre, el más rápido de nosotros;
Juan Pablo sigue acercándosele peligrosamente. Las nuevas integrantes féminas
del equipo nos han mostrado que tienen todo para llenar de medallas ese espacio
vacío que tenía el equipo, enhorabuena por su llegada. Juan Carlos con todo y
su reciente operación se da tiempo de hacerle apuestas a la vida y ganarlas;
aunque pierda su monitor.
La competencia para
muchos ha terminado; sin embargo, algunos siguen en su propia lucha como lo es,
el caso de Felipe Ramos, quien sufrió un desperfecto mecánico que lo retrazó
pero aún así llegó (y siempre lo hará) con su perfecta garra puma. Como a él y
muchos de nosotros, a veces nuestra sangre en vez de transportar oxigeno parece
movilizar desanimo y nos indica desde su alto pedestal: ¡Nunca más! Realmente
no concibo el binomio puma-claudicar y no por ser algo que este plasmado en una
escritura sagrada de “orden y decoro” que hemos de firmar al ser ordenados, más
bien esto lo he visto escrito en los ojos de todos los pumas que se han
comprometido con lo que hacen, tienen escrito con el color de sus pupilas el nunca
claudicar.
El evento nos
dejo cosas buenas y malas, el asalto de la camioneta del entrenador, una
pequeña muestra de lo que pasa en este nuestro desquebrajado México. El
accidente con complicaciones serias, pero no fatales de Jorge, del que
esperamos su pronta recuperación. Si algo bueno obtengo de esto es saber que el
equipo no es solo un conjunto de ciclistas que se unen a pedalear; la bici, es
solo el mero pretexto para mostrar lo que realmente son; y eso no es grandes
ciclistas sino grandes personas. A seguir sacando la garra puma pues ¡¿Qué no
venimos a rodar? ¡